A lo largo de los días he intentado en muchas ocasiones hacer algo que pensaba que tendría su repercusión. Por supuesto, todo bueno. Sin embargo, después de haberlo intentando sin descanso, me he dado cuenta de que mis esfuerzos eran en balde. O por lo menos, no causaban el efecto esperado.
Ahora mismo, tengo esa misma sensación. Es difícil y complicado solucionar los problemas cuando no está en tu mano el poder resolverlos. Y más si cabe, cuando la solución depende del paso del tiempo,de los designios divinos y quizá de sentimientos, emociones y estados de ánimo. Nosotros podemos ayudar creando un ambiente lo más tranquilo posible, viviendo en calma aparente. Tratando de dejar a un lado los malos pensamientos, y los rollos diarios sin resolver.
Lo normal es caer en la desesperación de cuando algo se te va de las manos. De echo me he sentido así en los últimos días. Ahora bien, pensar en el futuro inmediato me llena de inmensa alegría. Pensar que día a día va creciendo esa ilusión, contra viento y marea, a cierto modo desvalida, pero con un corazón chiquito que no para de latir, es una sensación sublime que no podría describir.
Como casi siempre (hay veces en las que, bueno, no lo he hecho como hubiera querido), me pongo en manos de Dios. Que sea lo que Dios quiera.
Que así sea.